miércoles, julio 25, 2007

La diplomacia estratégica de Mamá Vaca


La diplomacia estratégica de Mamá Vaca no tiene parangón. Pues resulta que tiene una vecina viuda de mediana edad que es un plastazo insoportable, que no hace más que quejarse de todo y sólo le apetece discutir con Papá Toro (creo que le pone). Mamá Vaca, que no quiere malos rollos, intenta por todos los medios darle mil vueltas a las situaciones conflictivas y al final opta por la estrategia más extravagante que se le ocurre.
Hace unos días, la vecina viuda se entera de que mis padres se van a Málaga, donde viven parte del año, y les pide que le hagan el favor de llevarla porque una amiga la ha invitado a pasar unos días en Torremolinos (a ver si se echa un novio que la aguante). Mamá Vaca no reacciona inmediatamente y se calla. Después llega a casa y le dice a Papá Toro con un sofocón a lo Rafaela Aparicio:

- Jiuston, tenemos un problema.

Papá Toro, que ya se espera cualquier cosa, la escucha mientras le sirve un vaso de agua. Mamá Vaca le explica la situación de emergencia, el ataque verbal que les espera durante seis horas de viaje si deciden tener compasión de la viuda y llevarla a Torremolinos. Papá Toro entra en cólera y acaba bebiéndose el vaso de agua de Mamá Vaca.

- ¡Pero tú quieres matarme de un infarto cerebral! Jamás superaré un viaje con ella, no llego ni al despeñaperros y si llego me despeño en un ataque de locura.
- Ay, hijo, no seas tan exagerado, nos hacemos los dormidos y ya está - le responde Mamá Vaca intentando encontrar una solución.
- Pero cómo vamos a hacer eso, si yo conduzco y no puedo conducir dormido.
- Ah, es verdad, ay, qué leche tiene el chepa (frase muy usada por Mamá Vaca cuando no se le ocurre nada más)
- Pues le dices que no y ya está.
- Pero cómo le vamos a decir que no a la pobre. Si no la soportamos más, nos ponemos unos tapones para los oídos y ya está, movemos de vez en cuando la cabeza como que la escuchamos y asunto arreglado.
- Mira que tienes ideas raras, pero ¿cómo quieres que me ponga tapones mientras conduzco?
- Ay, qué leche, es verdad.
- Bueno, pues ya me dirás qué hacemos.

Y después de toda una tarde dándole vueltas.... Mamá Vaca da con la solución.

- Ya está, encontré la solución: compramos un mueble y le decimos que tenemos que llevarlo en la parte trasera del coche y no podemos llevarla.
- Pero, ¿qué mueble vamos a comprar si tenemos la casa ya amueblada y no nos hace falta nada?
- Pues no sé, ya se nos ocurrirá.

Y así fue que Mamá Vaca y Papá Toro se fueron a una tienda de muebles a buscar algo que se ajustara a su estrategia de evitar ser torturados psicológicamente en el viaje a Málaga y compraron un escritorio que, como no, han colocado en mi habitación, junto con otro parecido. Mamá Vaca se cree que porque la Vaca que escribe escriba, necesita escritorios por partida doble en un sitio de playa donde lo que menos me apetece es escribir.
En fin... qué se le va a hacer, ya le encontraré un uso. Espero que no le ocurra más a menudo y nos llene las casas de muebles.
Y si no, ya os avisaré del mercadillo.

2 comentarios:

Sonia dijo...

Bueno, por lo menos Mamá vaca algo ha conseguido... y es que vuelvas a escribir (un poquito) y a deleitarnos con sus aventuras ;-D

De lo del mercadillo de escritorios y muebles, sabes que también lo resolvemos rápidamente!!!

Besos

NáN dijo...

Si han cabido varios metros cúbicos de ropa tailandesa, en la Tetería caben varios escritorios. Claro que bajarlos para Málaga y subirlos de Málaga es muy pesado y no por eso el comprador va a querer pagar más (un rosario pasado por Fátima, Belén, Lourdes y el Vaticano sí podría llevar un sobreprecio, pero un escritorio fotografiado en Málaga junto a un sudoroso Papá Toro, creo que no).

Comprendo que la vida de Papá Toro no debe ser fácil siempre, aunque le queda la tranquilidad de saber que al final los recursos de Mamá Vaca son inagotables.

Claro que... ¿y si esa buena señora se hubiera presentado con un vale de Seur para transportar el escritorio? Encima, ¡agradecidos! Creo que debes usar uno de esos escritorios para pensar en Mamá Vaca y en su solución.

Sin contar con que tener dos escritorios puede dar un juego heteronómico brutal. ¡Anda, que como acabemos hablando de la Pessoa española por esa señora y la abertura mental de Mamá Vaca!

(Ah, lo de que el vaso se lo bebe él, ¡genial!)