martes, noviembre 22, 2005

El pez que se comió a la vaca


Preguntarse si un pez se puede comer a una vaca debería sonar tan aberrante como preguntarse si un hombre puede matar a palos a una mujer. Debería ser así, pero ya no lo es.
Esta semana está dedicada a las mujeres maltratadas, que son muchas, 72 mujeres muertas en España en lo que va de año. Mucho más que cualquier atentado de ETA. Salgo a la calle y no veo manifestaciones con manos blancas pidiendo que se recrudezca la ley contra la violencia de género. Eso sí, obras en Madrid las que quieras, como si las escombreras estuvieran de saldo.
¿Qué está pasando? ¿qué les lleva a algunos hombres a ser tan bestias? no hablo de bestias pardas. Pobres. Hablo de monstruos. Y a mí que me daba miedo el monstruo del lago Ness y Tiburón. Y ahora resulta que, a veces, el monstruo lo tenemos en casa, e incluso en la misma cama. Qué miedo da a veces echarse novio. Afortunadamente, aquí estamos algunas reivindicando como podemos el derecho al respeto de género. Y reconozco que es muy difícil contener la rabia y en ocasiones mi lado más ínfimo imagina castigos medievales contra los agresores. Aunque después de una avalancha de improperios se me pasa y me digo, pero bueno, vaca-poeta, tú eres sensible, tú no eres un monstruo como ellos. Aunque no me olvido. Es lo que tengo. Pero también me ocurre que regularmente sigo las informaciones que salen sobre violencia de género en México y en Guatemala y ya no hay sermones que valgan. Ya es too much. Cuando leo que en Ciudad Juárez se han cometido 320 asesinatos de mujeres y hay 500 mujeres desaparecidas, y que en Guatemala van 2000 muertas en 6 años y NADIE hace nada. Ni siquiera los que tendrían que hacer algo. Pues, qué voy a decir, que los métodos de tortura medievales son cosquillas para los asesinos y para los que lo permiten. Y que se me irrite el colon todo lo que quiera de rabia. Estas noticias no son digeribles y así me va.
Y así les irá también al elenco de famosas que han posado como modelos fotográficas para protestar contra los estragos de la violencia de género. Es el mejor Basta ya que pueden ofrecer los artistas para sensibilizar a esos burros del cinturón, la cerilla y la porra. Hasta el 27 de este mes podremos contemplar los rostros tristes y sangrantes de Belén Rueda, Maribel Verdú, Lola Herrera, etc... en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (Gallardón Mediante)
Y en el fondo me pregunto por cómo no soy yo una de esas víctimas ¿Cuestión de suerte o de elección? Mi madre dice que los hombres son como los melones, que no sabes como son hasta que los abres. Pues dime tú, mamá-vaca, ¿cómo se supone que se abre la cabeza-melón de los hombres para saber si son dulces, amargos, maduros, inmaduros o, en el peor de los casos, Asesinos?
Quizás Macintosh invente algún día un detector de melones asesinos. Pero hasta entonces solo nos queda seguir abriendo melones y confiar en que la mala suerte no nos elija.


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